Es verdad que el oficio más noble es el de titiritero. Quedarse atrás -en un segundo plano, en las sombras- para darle vida y protagonismo absoluto a un muñeco es el acto de bondad y humildad más grande, al menos, en el teatro. Fuimos a ver Pinocho, uno de los espectáculos de Libertablas. Mi hijo mayor ya me había hablado de esta compañía de titiriteros ambulantes, porque había visto Leyenda. Asentados en el Teatro Sha, son varias las obras que representan. Aquí les dejo sólo una muestra, donde podemos escuchar una de las dulces canciones que allí se interpretan. La cálida voz del hada madrina, la gracia de Gepetto, el asombro que causa ver cómo un pedazo de madera cobra vida en Pinocho, la ternura e inocencia de este muñecote, los títeres, el final espectacular con un poco de teatro negro y mucho de imaginación. Verdaderamente una hermosa adaptación que encanta a los chicos -y a los grandes- desde el mismo momento en que se abre el telón.
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